En 1989, Robert Gober construyó en la Galería Paula Cooper de Nueva York dos salas de tres lados, definidas por tabiques temporales de yeso y cubiertas con papel tapiz que alternaba imágenes de un hombre blanco durmiendo y un hombre negro linchado en un árbol.
En el centro de la instalación colocó un vestido de novia, rígido y vacío, sostenido por una armadura de acero soldado. Alrededor de la sala, apoyadas en las paredes, dispuso ocho bolsas de yeso pintadas a mano con arena para gatos, elementos aparentemente discordantes y caprichosos. La arena para gatos, un material que absorbe y oculta los desechos, funciona como remedio simbólico para el desorden figurativo representado por la novia, el novio y el hombre negro asesinado.
Las esculturas de Robert Gober, hechas a mano y de apariencia modestas, son recreaciones de partes del cuerpo y objetos cotidianos. Como imitaciones de los originales, sus obras provocan un efecto misterioso que invita a reflexionar de manera inquietante sobre los aspectos más ordinarios de la vida diaria.
Sobre la instalación, Gober se refiere a las bolsas como un «punto de apoyo metafórico» que «absorbe el hedor de los excrementos y […] permite la intimidad doméstica. También es un recordatorio de los votos sagrados: cuidar el cuerpo de sus seres queridos ‘en la enfermedad y en la salud, hasta que la muerte los separe'».
Esta obra puede considerarse una meditación sobre el género, la raza, el romance y la terrible violencia en la vida estadounidense contemporánea.
El propio artista señala: «Cuando se creó esta pieza, para muchos estadounidenses, (estadounidenses homosexuales, aproximadamente el 10% de nuestra población), fue un recordatorio de la igualdad negada».


