
He encontrado esta bonita historia sobre una declaración de amor que apareció a principios de los noventa en un muro, entre las calles Pamplona y Francos Rodríguez del barrio madrileño de Tetuán. La pintada decía simplemente: «Amor mío, no hay palabras».
La frase, que se convirtió en emblema del lugar, fue repintada varias veces, según cuenta Fernando Siles en su libro Cuando la torre Eiffel era roja y las vacas cuadradas. La vecina y escritora Marta Guijarro, testigo de su persistencia, escribió en internet hace diez años que la pintada sobrevivió incluso al derribo del muro:
«Durante todo el bachillerato crecí viendo cómo la frase era «limpiada“, pero siempre volvía a aparecer. Al finalizar COU, el muro fue derribado, ya que en ese terreno iban a construir las casas que hay actualmente. Y fue emocionante ver que en las vallas metálicas que rodeaban la obra apareció de nuevo la frase ”Amor mío, no hay palabras…»
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«Según Badiou, lo que le otorga al amor la categoría de acontecimiento es una experiencia con la verdad y no con el saber. En este punto, sin duda se inspira en Lacan.
Por tanto, si la verdad tiene la estructura de un medio-decir (Lacan), al amor siempre le faltarán palabras.
Dado que no se trata de un saber, en el amor no solo se debe poder soportar lo que no se sabe del otro. También hay que soportar lo que no se sabe de uno mismo. Por ello, Lacan relaciona el coraje con la experiencia amorosa».
Amor y acontecimiento en Breviario político de psicoanálisis. Jorge Alemán, 2023.