
En el libro La topografía de las lágrimas, la fotógrafa Rose-Lynn Fisher captura las estructuras microscópicas de las lágrimas humanas secas, incluyendo una amplia variedad: dolor, alegría, risa, duelo o de irritación, como las de pelar cebollas.
Comenzó este proyecto en 2008 durante un período marcado por el duelo y con una abundante provisión de lágrimas, y es cuando sintió curiosidad por la naturaleza de las mismas. ¿Qué aspecto tienen realmente las lágrimas? ¿Se vería la alegría igual que la tristeza? El microscopio le proporcionó los medios para examinar sus lágrimas y evocar visualmente el reino invisible de sus emociones.
El cuerpo produce tres tipos de lágrimas: las basales, que son omnipresentes y actúan como lubricante de los ojos para mantener la córnea lubricada; las lágrimas irritantes o reflejas son las que actúan como defensa del ojo en respuesta a un cuerpo extraño, como el polvo, los vapores de cebolla o el gas lacrimógeno y las lágrimas psicogénicas o psíquicas son las que expresan emociones.
La diferencia entre las lágrimas psíquicas del dolor o la tristeza y las irritantes de la cebolla no se da en la estructura de los cristales, sino en la capa más profunda de las proteínas. Mientras que todas las lágrimas contienen diversas sustancias biológicas, como aceites, anticuerpos y enzimas, suspendidas en agua salada, las lágrimas emocionales contienen hormonas proteicas que se liberan cuando el cuerpo está bajo estrés.
Esta obra ha tenido mucho impacto mediático, al parecer porque la representación visual y «científica» del registro emocional que se experimenta al llorar suscita bastante interés en el público. De cualquier modo, el campo de trabajo y el objetivo de esta investigación no era propiamente el estudio científico de las lágrimas, sino una presentación más indirecta y poética. Ciencia y arte son un eco mutuo. Muchas variables influyen en la diversidad visual de estas imágenes: el modo de secado de las lágrimas, el volumen de líquido lagrimal que se guardó, las variaciones químicas y biológicas, la configuración del microscopio y la cámara, o el modo de impresión de las imágenes.
En palabras de la fotógrafa: “Si bien mi proyecto comenzó en el nivel más personal, La Topografía de las lágrimas finalmente se convirtió en una contemplación sobre lo que nos conecta a todos de la manera más esencial, como si cada una de nuestras lágrimas llevara un microcosmos de la experiencia humana colectiva, como una gota de un océano”.
Estas son algunas de las fotografías publicadas en el libro, en las que los cristales de sal forman pequeños paisajes emocionales.












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