"La reproducción no puede reducirse a una orden proveniente de un amo ausente o de sus mediadores omnipotentes. Debe ser el fruto del amor cultivado entre mujer y hombre. De no ser así, es degradación de la tarea espiritual de la humanidad y, en particular, sometimiento de la mujer a su destino natural para garantizar una cultura parcial, injusta y abstracta, del género humano dominado por un masculino que no se reconoce como género singular".